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ÍNDICE TEMÁTICO 
68
Diálogos, debates e interseções
ano XXXIV - Junho 2022
175 páginas
  
 

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Autor(es)
Luis J. Martín Cabré Cabré
Luis J. Martín Cabré PhD., é analista didata da Asociación Psicoanalítica de Madrid (IPA). Analista de crianças e membro da Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del niño y adolescente. Foi membro do Board of Delegates da International Sándor Ferenczi Network (ISFN). É membro pleno da Madrid Psychoanalytic Association (APM) e da Italian Psychoanalytic Society (SPI).

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 TEXTO

El dialogo Freud-Ferenczi tras la formulación de la segunda topica

The Freud-Ferenczi dialogue after the formulation of the Second Topic
Luis J. Martín Cabré Cabré

La tradición y la innovación son dos referentes incuestionables del método, de la técnica y de la práctica psicoanalíticas. Y el diálogo científico que se estableció entre Freud y Ferenczi desde 1920 a 1933 es un ejemplo elocuente de cómo se articulaba en la producción teórica y clínica de ambos un puente y una conexión constante entre el mantenimiento de los pilares básicos del psicoanálisis y la apertura constante a la innovación y a la creatividad más incisiva.

Ciertamente, los primeros años de existencia del psicoanálisis aportaron las hipótesis que confirmaban la existencia del inconsciente y los fenómenos psíquicos relacionados, a saber, la primera teoría de las pulsiones estructurada en torno a la primera tópica, el lugar y la función de la transferencia y una concepción de la cura basada en desvelar un pasado olvidado, y en hacer resurgir el deseo oculto en las profundidades del psiquismo a través del levantamiento de la represión y las resistencias. El paradigma del modelo del tratamiento analítico era, desde esta perspectiva, el trabajo de rememoración.

Y, sin embargo, este conjunto de principios que confirieron al psicoanálisis una identidad sólida y bien diferenciada, desde 1895 hasta 1920, fue sometido, desde entonces, a una constante tarea de reflexión, de modificaciones técnicas, de revisiones teóricas y de avances clínicos que no han dejado jamás de enriquecer y hacer progresar nuestra disciplina.

Fue el propio Freud quien puso los primeros eslabones de una profunda revisión de su propia teoría y de su propia técnica. El denominado "giro" de los años veinte, consecuencia inevitable de las dificultades que la práctica analítica imponía no solo por sus propios límites en el tratamiento de nuevos pacientes, sino sobre todo por la distancia creciente entre la teoría y la clínica supuso una serie de innovaciones a través de las cuales Freud ponía en discusión los cimientos de la propia estructura teórica del psicoanálisis.

Con la publicación de Mas allá del principio del placer1 y la formulación de la segunda tópica y la introducción del concepto de pulsión de muerte, Freud acometió ya una transformación inaudita de su propia creación teórica. Pero especialmente después, con la publicación de "Psicologia de la masas y análisis del yo"2, dió forma a su teoría de la identificación (Caps. VII y VIII), al introducir los conceptos de identificación primaria y secundaria, y al establecer una dialéctica entre el ser y el tener, a través de la que se desplegaba el campo de la constitución del deseo y su patología. Si antes la patología se asentaba sobre el conflicto pulsión-defensa, a partir de ese momento, la constitución del psiquismo y su patología se orientaría sobre los procesos identificatorios. Todo ello equivalía a decir que, si bien el destino de la pulsión es psíquico, está determinado por el objeto. O lo que es lo mismo: el destino pulsional se realiza en un campo interpsíquico.

Además, Freud añadía una nueva concepción de la estructuración del psiquismo con "El yo y el ello"3 y una nueva formulación del concepto del masoquismo con la consiguiente nueva lectura sobre la reacción terapéutica negativa en su texto magistral "El problema económico del masoquismo"4.

Tal era la distancia entre las nuevas hipótesis teóricas y la práctica clínica de los analistas que en el Congreso de Berlin de 1922, Freud animó a la comunidad analítica, instituyendo un premio que jamás se confirió, a responder a la cuestión de la relación entre la teoría y la técnica psicoanalíticas y en modo más específico en qué medida la técnica influye en la teoría y hasta qué punto ambas se estimulan o por el contrario se neutralizan.

Como respuesta al desafío de Freud, Ferenczi publicó en colaboración con Rank uno de los libros más audaces y brillantes de su producción y posiblemente el punto de partida de muchas concepciones psicoanalíticas actuales: Perspectivas de desarrollo del psicoanálisis5.

En este texto, especialmente innovador, Ferenczi y Rank, partiendo del texto de Freud de 1914 "Recuerdo, repetición y elaboración", consideraban que el objeto esencial de la elaboración analítica y por tanto de la interpretación del analista no era la rememoración sino la compulsión a la repetición que era la verdadera expresión manifiesta de la transferencia. Es decir, más que el "allí y entonces", se trataba de privilegiar el "aquí y ahora" de la situación analítica. Además, ambos preconizaban la necesidad de analizar las "experiencias vividas", las vivencias (Erlebnis), los afectos antes que las fantasías reprimidas, la evocación de los recuerdos o las representaciones. El afecto debía ponerse al servicio del sentido.

Pero la importancia fundamental que tanto Ferenczi como Rank concedían a la interpretación transferencial y al proceso analítico implicaba además una modificación del concepto de contratransferencia y por tanto un ulterior viraje en la misma concepción del análisis. Entre otras muchas cosas, por ejemplo, hacían notar como muchas veces lo que está realmente en juego en las dificultades de un tratamiento analítico es el narcisismo del propio analista ("contratransferencia narcisistica"), que corre el riesgo de influir sobre los pacientes para que aporten el material que a él le resulte más agradable o eliminen los argumentos que por el contrario pudieran incomodarle. Los pacientes intentarían evitar sentimientos hostiles reforzando su sentimiento de culpa inconsciente e impidiendo el progreso de la cura. A partir de esta idea, Ferenczi desarrolló su concepción de la interacción transferencia-contratransferencia entendida no solo como instrumento terapéutico sino como el núcleo central del trabajo analítico. Esta idea quedó magistralmente recogida bastantes años después en la idea de Willy y Madelaine Baranger6 de "baluarte" y sobre todo en la necesidad de que el analista lleve a cabo una "segunda mirada" que le permita detectar las interferencias al proceso analítico y la dinámica contraresistencial que emanan de sus propias exigencias narcisistas.

La firme convicción de Ferenczi en considerar que todo lo que emerge en el "aquí y ahora" de la situación analítica deriva del encuentro entre la transferencia del paciente y la contratransferencia del analista abría las puertas a una exploración sin límites de los estratos más profundos de la vida psíquica, justificaba la exigencia de favorecer la regresión del paciente hasta los niveles necesarios y confería a la contratransferencia el valor de un instrumento indispensable para reconocer e interpretar en la transferencia del paciente los aspectos emergentes y significativos.

Las aportaciones teóricas de Ferenczi tuvieron una cierta repercusión en la producción analítica del momento. Uno de los textos que suele pasar inobservado es por ejemplo el trabajo de H. Deutsch de 1926 sobre los procesos ocultos en el análisis, en el que la autora señala como la identificación del analista con las pulsiones infantiles del paciente y su elaboración autoanalítica no solo no constituyen un obstáculo para el tratamiento, sino que son realmente la base de un fructuoso desarrollo de la intuición y la empatía del analista7. Es interesante subrayar como algunas de estas ideas son la antesala de la elaboración de los conceptos de contratransferencia concordante y complementaria propuestos por Racker8 y que Grinberg9 desarrolló ulteriormente con su noción de contraidentificación proyectiva que los Baranger tuvieron muy en consideración en el desarrollo de su teoría del campo10.

La angustia de separación

En los mismos años de la publicación de Perspectivas, y de la polémica obra de Rank El trauma del nacimiento11 que destaca el papel de la figura materna en la relación analítica y configura el momento del parto como el prototipo de todos los traumas posteriores y de la génesis de la angustia del individuo, Ferenczi escribió además otra obra imponente, "Thalassa"12, uno de sus escritos más extensos, que había empezado a redactar muchos años antes, en sintonía con la especulación metapsicológica de Freud sobre la fantasía filogenética. En ella encontramos los tres temas que recorren como un hilo conductor todo su pensamiento: la regresión, la figura materna y el traumatismo.

En esta obra, la amenaza de castración se convierte en el transcurrir de los tiempos en el mayor trauma posible, pero paulatinamente, la teoría de Ferenczi sobre la angustia de castración se iría alejando del conflicto edípico y poniendo el acento en una organización del yo más arcaica, estructurándose en torno a un eje narcisista. Contrariamente a Freud, para quien la muerte constituía un representante psíquico de la castración13, Ferenczi hacía de la castración un representante psíquico del aniquilamiento o de la pérdida del yo, de la identidad corporal, de la libido objetal y del Ideal del yo. En todo caso, las reflexiones de Ferenczi preparaban una gran respuesta teórica de Freud.

La respuesta de Freud a todas estas consideraciones teóricas de Ferenczi, de Rank y también de Abraham, que antes de su prematura muerte había sentado las bases teóricas de manera impecable sobre el enfoque analítico de las psicosis maniaco-depresivas14, aparece en el imponente texto "Inhibición, síntoma y angustia"15, que representa un giro teórico extraordinario en relación a su concepción de la angustia y de los afectos en general. La tesis de Freud se articula en torno a la distinción de tres tipos de angustia: la angustia ante un peligro real, la angustia automática que se activa ante una situación traumática que desborda al yo impotente y la angustia señal que se produce ante una situación de peligro cuya inminencia el yo del sujeto es capaz de percibir. Freud se refiere, claramente, a un peligro de carácter pulsional, que, accediendo a la conciencia, se transforma en un peligro real. Sin embargo, la intensidad de la angustia pone en evidencia otro concepto fundamental, el de la angustia traumática.

Además, Freud hace otra importante aportación. Mientras antes pensaba que era la represión la que producía la angustia (primera teoría de la angustia), ahora sostiene inversamente que es la angustia la que produce la represión. O, lo que es lo mismo, el axioma de la primera teoría "tengo angustia porque estoy en peligro" es sustituido por el de "estoy en peligro porque tengo angustia". Así pues, el yo produce síntomas y levanta sus defensas para evitar la percepción de la angustia que significa, en total consonancia con Ferenczi, un peligro vinculado al miedo a la separación y a la pérdida del objeto. Esta segunda teoría de la angustia de Freud, elaborada en total sintonía con la segunda tópica, hace del yo la sede de la angustia e incluso la posible causa de la angustia, como si pudiera reproducirla por su cuenta, al menos como señal.

En cualquier caso, Freud, que se lamentaba de no disponer de un solo análisis de neurosis traumática, introduciendo el origen traumático de la angustia, ponía en evidencia una de las primeras contradicciones sobre si este era interno o externo y sobre las dificultades que había siempre encontrado al tratar de establecer diferencias netas entre las neuropsicosis de defensa y las neurosis actuales. Cuando en 1894 Freud se refería a orígenes externos, hablaba de aspectos concretos de la vida sexual (coitus interruptus, abstinencia, etc.,), mientras que ahora en 1926 se refería a la castración, al abandono o a la separación. En la formulación de la angustia traumática tomaban cuerpo, por un lado, el gradual descubrimiento del desarrollo de los procesos psíquicos infantiles y por otra la permanente interacción entre mundo interno y mundo externo. ¿No resultan evidentes los efectos del diálogo entre ambos autores?

Esta segunda teoría de la angustia, si bien es más abierta a una concepción más simbólica, más funcional y más histórica de la angustia, es también una teoría que se abre a una lectura más exterior de la angustia, es decir hace de la angustia la reproducción de un peligro objetivo (externo), olvidando, de este modo, el aspecto esencial de la primera teoría que era la íntima conexión entre la angustia y el deseo.

Además, hay un punto en el que Freud establece una conexión sumamente interesante entre su vieja concepción de la neurosis de angustia y el traumatismo. Para Freud, el trauma es una cantidad de excitación que el aparato psíquico no puede ligar con ninguna representación, pero, a partir de ahora, queda planteada una cuestión extraordinariamente interesante. En la insuficiente conexión entre la excitación somática y la representación, ¿se trata de una perturbación en la construcción de representaciones por traumas primitivos, inconsistentes cuidados maternos, etc. o es la consecuencia de un desmentido de la representación ante un dolor psíquico intolerable?

En cualquier caso, la nueva concepción sobre la angustia de Freud, junto a la inclusión el año después del concepto de Verleugnung, abre una importante reflexión sobre una serie de patologías hasta ese momento alejadas de la terapia psicoanalítica, como los trastornos narcisistas, la psicosis, la patología borderline, el traumatismo y naturalmente la medicina psicosomática. La vieja noción de neurosis de angustia quedaba definitivamente ampliada, el cuerpo era re-significado en otros términos y el dolor, o si se prefiere el dolor psíquico, adquiría una carta de naturaleza esencial para todo el desarrollo psicoanalítico posterior.

Ultimos trabajos de Freud: su diálogo final con Ferenczi

En "El problema de la afirmación del displacer"16, escrito pocos meses después de "Inhibición, síntoma y angustia", Ferenczi continua su dialogo con Freud introduciendo algunos de los conceptos sobre el trauma que desarrollará ulteriormente.

A partir de 1928, tras la publicación de su excelente trabajo sobre las "Elasticidad de la técnica psicoanalítica"17, donde radicaliza su concepción sobre la transferencia, Ferenczi empezó a constatar la necesidad de modificar la técnica psicoanalítica a la luz de las experiencias clínicas que realizaba con sus pacientes. Algunas de sus hipótesis conciernen las consecuencias psíquicas del traumatismo. Defendía la idea de que una buena parte de los fracasos terapéuticos se sustentan en que el analista no tiene suficientemente en cuenta la realidad de ciertos traumatismos vividos con anterioridad por los pacientes y que se reactivan en la transferencia.

Todos conocemos como en este periodo Ferenczi desarrolló sus ideas más innovadoras. En 1928 escribe "La adaptación de la familia al niño" y "El problema del fin del análisis", en 1929 "El niño mal recibido y su pulsión de muerte", en 1930 "Principios de relajación y neocatarsis", en 1931 "Análisis de niños con los adultos" y "Sobre la revisión de la interpretación de los sueños" y en 1932 su conocidísimo y polémico trabajo "Confusión de lenguas entre los adultos y el niño" que leyó en el conflictivo Congreso de Wiesbaden, pocos meses antes de su muerte 18.

Aunque aparentemente se fue forjando, a partir de entonces un alejamiento entre Freud y Ferenczi, la realidad es que el diálogo se siguió manteniendo. Incluso años después de la muerte de Ferenczi, Freud mantuvo vivo este diálogo en sus últimos trabajos "Moisés y la religión monoteista", "Análisis terminable e interminable", "Construcciones en análisis" y "La escisión del yo en el proceso defensivo19.

Como prueba de ello, en un reciente trabajo20 he intentado demostrar cómo, en 1931, Ferenczi escribió un ensayo titulado "Revisión de la interpretación de los sueños", en el que proponía dos cuestiones interesantes. La primera era si se podría atribuir al sueño una segunda función relacionada con las vivencias traumáticas y la segunda una ampliación metapsicológica que incluyera los mecanismos que subyacen a la patología psicótica y al traumatismo, especialmente la fragmentación y atomización de la personalidad, anticipando sus conocidas hipótesis sobre la "confusión de lenguas".

En este sentido, Ferenczi planteaba que una definición más completa de la función del sueño incluiría una segunda función, la función traumatolítica, que sería la de disolver y deshacer las experiencias y vivencias traumáticas. En su opinión, muchos sueños, desprovistos de representaciones inconscientes, producirían exclusivamente "sensaciones dolorosas o experiencias de sufrimiento corporal o psíquico"21. El sueño, desde su perspectiva, por tanto, además de su función de realización de deseos inconscientes, tendría el papel de recuperar, a través de estas vivencias sensoriales y corporales, las huellas mnémicas de un lenguaje enmudecido. Esta posibilidad de elaboración era lo que Ferenczi denominó la función traumatolítica del sueño, que anticipaba en algunos años algunas concepciones de Garma22 sobre los sueños traumáticos, el concepto de "sueños curativos" acuñado por Winnicott en su conocido texto sobre "El odio en la contratransferencia"23 e incluso la hipótesis sobre "los sueños que pasan página" de Quinodoz24.

Lo realmente sorprendente es que Freud había ya anticipado en parte las intuiciones de su fiel discípulo en "Sobre los recuerdos encubridores" (1899), "Recordar, repetir y reelaborar"25 y, sobre todo, en Más allá del principio del placer26. Se mantuvo entre ambos un intenso intercambio epistolar, y posteriormente incluso encontraron eco en algunos de los últimos escritos de Freud, como en la conferencia 29o "Revisión de la doctrina de los sueños" de las Nuevas conferencias de Introducción al Psicoanálisis y especialmente en "Construcciones en análisis"27.

Deseo terminar afirmando que para una disciplina como el psicoanálisis, el diálogo científico y humano que se estableció entre Freud y Ferenczi es un referente ejemplar de la combinación y la dialéctica entre la tradición y la innovación. Es cierto que la versión "oficial" de Jones28 que ha prevalecido durante mucho tiempo en el mundo psicoanalítico, y que caracterizaba a Ferenczi, en sus últimos años, no sólo como un disidente de la ortodoxia psicoanalítica, sino también como un hombre enfermo y deteriorado mentalmente, víctima del influjo maligno de una paciente diabólica, a la que se habría entregado sin reservas en el trabajo analítico, hizo que el nombre de Ferenczi - colaborador e interlocutor privilegiado de Freud, fundador de la I.P.A. (en 1910), del International Journal (en 1920), el primer profesor que ocupó una cátedra de psicoanálisis (en 1919), el autor de innumerables obras fundamentales de la teoría psicoanalítica, el clínico admirado por todos y sobre todo aquel que, según Freud, todo psicoanalista debería considerar como su maestro29 - desapareció en el olvido durante muchos años. Y así mismo desaparecieron de las discusiones entre analistas, los argumentos en los que Ferenczi había intentado profundizar en sus últimos trabajos, especialmente la regresión, el traumatismo y la contratransferencia.

Sin embargo, hoy en día asistimos a un interés cada vez más frecuente por intentar una lectura más profunda de lo que se dilucidaba en aquellos años no sólo entre ambos hombres sino en la teoría y en la técnica psicoanalítica. No sólo. Nos podemos preguntar si la evolución de las distintas polémicas que se han ido produciendo en el psicoanálisis, a lo largo de los últimos 80 años, no arranquen precisamente de esta controversia, insuficientemente estudiada con atención y profundidad. Mantener viva la reflexión, la discrepancia teórica y el diálogo científico permitirá mantener vivo el espíritu que creó el psicoanálisis que se forjó en torno a la búsqueda de la verdad y a la libertad de pensar y no para mantener a toda costa una ideología.

Deseo concluir, para avalar lo dicho anteriormente, señalando que el 6 de mayo de 1931, en una conferencia celebrada en Viena en la sede de la Sociedad Psicoanalítica en ocasión del 75o cumpleaños di Freud, Ferenczi afirmaba:

 

No puedo pretender ni siquiera que el propio Freud esté de acuerdo con todo lo que publico. No ha evitado sus críticas cuando le he pedido su parecer. Pero enseguida ha añadido que el futuro podría darme la razón en algunos aspectos, y ni él ni yo hemos pensado en interrumpir nuestra colaboración a causa de estas diferencias relativas al método y a la teoría; pero en lo que concierne a los principios básicos más importantes del psicoanálisis, estamos totalmente de acuerdo [...]30

1S. Freud, Más allá del principio del placer, in Obras comple


2S. Freud, "Psicología de la masas y análisis del yo", in Obras


3S. Freud, "El yo y el ello", in Obras completas, vol. XIX.


4S. Freud, "El problema económico del masoquismo", in Obras


5S. Ferenczi y O. Rank, Perspectivas del psicoanálisis [incom


6W. Baranger y M. Baranger, La situazione psicoanalitica come


7H. Deutsch, H. (1926), "Occult processes occurring during


8H. Racker, Los significados y usos de la contratransferencia;


9L. Grinberg,"Sobre algunos problemas de técnica psicoanalí


10W. Baranger y M. Baranger, op. cit.


11O. Rank, El trauma del nacimiento.


12S. Ferenczi, S. "Thalassa, ensayo sobre la teoría de la genita


13"Me atengo a la conjetura de que la angustia de muerte


14K. Abraham, "Un breve estudio de la evolución de la libido


15S. Freud, op. cit.


16S. Ferenczi,"El problema de la afirmación del displacer (Pro


17S. Ferenczi, "Elasticidad de la técnica psicoanalítica", Psicoa

18Cronológicamente, en los tomos de la edición de S. Ferenczi,

19En la edición S. Freud, Obras completas, "Moisés y la religión


20L.J. Martin Cabré, "La función traumatolítica del sueño".


21S. Ferenczi, "Sobre la revisión de la interpretación de los


22A. Garma, Nuevas aportaciones al psicoanálisis de los sueños.


23D.W. Winnicott,"El odio en la contratransferencia", in Escri


24J.M. Quinodoz, Les rêves qui tournent une page.


25S. Freud, "Recordar, repetir y reelaborar", in Obras,


26S. Freud, Más allá del principio del placer, op. cit.


27S. Freud, "Revisión de la doctrina de los sueños", in Obras


28E. Jones, Vida y obra de Sigmund Freud, tomo III: La etapa


29S. Freud, "Sandor Ferenczi", in Obras completas, vol. XXII.


30S. Ferenczi, "Análisis de niños con los adultos", in Psicoaná


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